Crítica: C’mon C’mon, la nueva película de Joaquin Phoenix

La primera aparición de Joaquin Phoenix desde ganar el premio Oscar a Mejor Actor con The Joker es una sutil sonrisa agridulce sobre la vida desde distintos puntos de vista intergeneracionales.
Mike Mills, el director de la película, utiliza colores monocromáticos para darle forma al segundo film suyo para la productora A24 y el quinto de su carrera como director.
La historia nos muestra las idas y vueltas de la mente de Jesse (Woody Norman), un joven de 9 años con una inteligencia y percepción de la realidad muy aguda, que se ve afectada por la ausencia de su padre que sufre una enfermedad mental.
Su madre, Viv (Gaby Hoffmann), es obligada a cuidar a su hijo sola y se encuentra en la necesidad de pedirle a su hermano, Johnny (Joaquin Phoenix), que cuide a Jesse para atender las necesidades del padre de su hijo por un tiempo.
Acá es donde el film muestra su verdadera esencia, la relación entre Jesse y Johnny crece a medida que avanza la trama, todo se vuelve más complejo e íntimo, con todo lo que esto conlleva.
La humanidad que el film nos muestra, embellecida por el blanco y negro, transforma con simpleza y seguridad los conflictos cotidianos de un adulto y un niño en una gloriosa demostración de amor que se intensifica constantemente.
‘C’mon C’mon: siempre adelante’ es una entrañable película que explota al máximo todos sus recursos posibles para que la introspección sea profunda mientras se disfruta de un trabajo cinematográfico excelente en todos los aspectos posibles.
8.5/10